hablan de memoria, mascullan, desfilan imágenes por televisión. De repente el olor del pasado hace un piquete en todas las veredas y hay que acordarse de todo.
después, más tarde, ya, el juego de la memoria se apaga como una linterna sin pilas.
como Malvinas. Como la miseria de todos los días.
qué inestables somos. Ni siquiera puedo trabajar segura, ni del sueldo, ni del puesto, ni de mí misma.
por qué acordarnos de la paz y de los buenos sentimientos en navidad, por qué sacarle las pelusas a los derechos de las personas el 8 de marzo, en año nuevo, el día del niño.
qué cuestionables, débiles, cínicos somos. Si un mínimo reconocimiento es una misión imposible escondida en un baúl de lata oxidado.
qué rellenos de gomaespuma estamos, si tenemos que estar acordándonos de que hay una esencia humana en alguna parte, siempre comparándonos con los desastres que nosotros mismos avalamos, iniciamos, callamos.
qué inexperto se ha vuelto el mundo, enseñándonos a recordar nuestras miseria en lapsos de 24 horas que sólo aparecen una vez al año.
qué pocos gramos de memoria nos quedan, si nos olvidamos que recordar es la más responsable forma de vida.
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